La isla está recorrida por caminos y senderos, por lo cual necesitas un 'pick-up truck' o un 4x4 para desplazarte, ya que un turismo normal se rompería al cabo de unos pocos meses... De hecho acaban de construir su tercera rotonda y no tienen semáforos. En su interior se hallan varios lagos de agua salada, acompañados también por bastantes flamencos.
Algo que me ha llamado mucho la atención eran los nombres de los sitios de buceo que están marcados por rocas pintadas de un amarillo brillantes, situadas a un lado del camino. Llevan nombres como 1.000 Steps (1.000 Pasos), Alice in Wonderland (Alicia en el país de las maravillas), Country Garden (País Jardín) y Sweet Dreams (Dulces Sueños). Nombres muy originales que al verlos te sorprenden porque no te lo esperas para nada. Nombres que llegan a alegrarte el día y pintar en tu cara una sonrisa.
Lo que más me gusta de Bonaire es su cultura, una cultura que se ve reflejada en las caras de sus habitantes. Las diferentes matices y rasgos cuentan la historia de muchas influencias. Ya sean indios, africanos, asiáticos o europeos, todos han contribuido a la cultura de Bonaire dejando distintas costumbres y formándose así una gran cultura. La sonrisa de bienvenida y el suave pero firme apretón de manos que se transmite entre viejos y nuevos amigos es algo que nunca olvidaré, al igual que sus celebraciones religiosas y festivas, sin duda alguna. Algo que no falta en esta isla es la música, una mezcla de ritmos tribales pero a la vez componen un toque moderno y autóctono.
Tal vez el aspecto más importante de la cultura de Bonaire sea la comida. La buena comida. Una gran mezcla de distintas cocinas; holandesa, indonesa, india... Y no terminaría si tengo que nombrar la gran variedad de sabores que se esconden dentro de cada plato. Una lista interminable; infinita.
Sin pensarmelo dos veces, la mayor belleza de toda la isla se encuentra en la vida subacuática en la que me he encontrado con una gran variedad de flora y fauna que podría comparar con un paisaje de ciencia-ficción. Creo que ni en el supermercado he visto tanta variedad de peces que aquí.
Una de las primeras cosas que he notado es la cantidad de idiomas que se hablan por aquí: Holandés, inglés, español, papiamento... Esta última es una lengua que personalmente me encanta porque es una mezcla de todos los anteriores con un aire a portugués. Tengo claro que es el siguiente idioma que quiero aprender.
He aprendido varias cosas, pues me he dado cuenta de que cuando triunfaba el comercio de la sal, los barcos amarraban fuera de los arrecifes y pequeños barquitos llevaban la sal hasta los barcos. En su tiempo, un pequeño número de esclavos africanos fueron obligados a trabajar en la cosecha de sal. A ellos se unieron los indios y los condenados.
Las casitas en las cuales dormían los esclavos no son mucho más altos que la cintura de un hombre y son totalmente contruidos de piedra.
¿Qué más decir? Es una isla increíble y acabo de pasar los diez mejores días de mi vida.
Mi dushi, Boneiru.
el lugar es un paraiso para mi... ;)
ResponderEliminar